Usted está aquí

QUITO, Ecuador – Cuando sobreviene una crisis humanitaria, son las mujeres, adolescentes y niñas las que enfrentan una mayor desventaja en el proceso de recuperación. La inequidad de género empeora debido al impacto en los niveles de ingresos de las mujeres, combinado con la falta de acceso a servicios sociales y de salud, así como educación, representación política y protección. En situaciones de emergencia, las mujeres y las jóvenes también están en mayor riesgo de ser discriminadas y son más vulnerables a sufrir casos de violencia sexual y otros tipos de abuso.

Un mes después del terremoto, en medio de réplicas y grandes esfuerzos para movilizar una respuesta integral, Ecuador continúa trabajando para recuperarse de la mayor emergencia de su historia. En coordinación con el Ministerio de Salud Pública de Ecuador y el Sistema de Naciones Unidas, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, ha liderado una serie de esfuerzos para ofrecer asistencia humanitaria a fin de cumplir con las necesidades de salud sexual y reproductiva  y reducir los riesgos de violencia basada en género que enfrentan mujeres y jóvenes.
 


Este folleto recoge los 16 retos que representan las líneas de acción en las cuales el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, seguirá trabajando, en base a los estándares mínimos para la prevención y respuesta a la violencia de género en situación de emergencia.

 

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Los retos a superar a largo plazo son numerosos. Las provincias de Esmeraldas y Manabí, que son las dos más afectadas por este sismo de gran magnitud, que dejó un saldo de 660 muertos, continúan siendo el escenario principal del proceso de reconstrucción. Acompañar a los ecuatorianos afectados en este proceso de recuperación y resiliencia será esencial para poder sanar las heridas que solo el tiempo puede curar.

Las adolescentes y las mujeres también cuentan

De cara a la emergencia, el UNFPA está proporcionando asistencia humanitaria con un enfoque integral dirigido a satisfacer las necesidades de salud sexual y reproductiva de las mujeres, así como las adolescentes y jóvenes. En el terreno, esto requiere el fortalecimiento de las capacidades del personal de salud y la distribución de kits que contienen los insumos necesarios para atender partos seguros y acceso a métodos anticonceptivos.

Estos esfuerzos también consisten en la distribución de un paquete de materiales específicamente diseñados para prevenir la violencia de género, particularmente la violencia sexual, la cual se puede exacerbar durante una emergencia de esta naturaleza.

Según indica Mario Vergara, representante auxiliar de UNFPA en Ecuador, el Fondo de Población de las Naciones Unidas está monitoreando de cerca la distribución de los insumos en el terreno. “Estamos trabajando en coordinación con el Ministerio de Salud Pública, el cual ha sido clave para la implementación de una respuesta rápida y eficaz,” señala el Dr. Vergara.

La importancia de la prevención en medio de la respuesta

A las mujeres afectadas en la provincia de Manabí les preocupa la percepción externa de que el país ya esté superando la situación y de que muy pronto la asistencia ya no sea necesaria. “No es cierto. A pesar de que vivimos cerca, la ayuda no ha llegado ni a mi casa ni a la de mi madre,” señala Jeanette Reyes, de 29 años, quien trabaja el turno diurno en un sembradío de papaya y tiene tres hijos menores de 8 años.

Luego de pasar dos semanas en un albergue improvisado en la Iglesia Jesús de La Roca, hoy vive en una carpa “que hicimos de plástico” en el patio de lo que quedó de su casa.

Conocimos a Jeannette en el Centro de Salud de Jama, donde acude regularmente para realizarse exámenes médicos de control y recibir anticonceptivos inyectables mensualmente. Al preguntarle acerca de un posible desabastecimiento de anticonceptivos en la farmacia social de la clínica, Jeanette responde que “no podría ocurrir en peor momento” y confiesa que, en estas condiciones, un nuevo embarazo sería algo muy complicado para ella.

En medio del desastre, las mujeres se están reinventando: tienen que dar de comer a sus familias, mantener a sus hijos e hijas, seguir su vida. En las ciudades devastadas por el sismo, cada vez se están colocando más puestos de venta informal, como el de Conchi Ramírez, que vio cómo el esfuerzo de 11 años de trabajo desapareció de la noche a la mañana y que, no obstante, ya se encuentra trabajando en un carrito de venta de jugos improvisado, frente al hospital temporal de Bahía de Caráquez. Conchi tuvo a su primer hijo a los 16 años y ahora también carga un bebé de brazos.

No todo está perdido

Para Bryan Alejandro Molinas, de 17 años, no todo está perdido. Sabe perfectamente que debe seguir adelante, aunque extraña su pueblo, San Isidro, una localidad manabita ubicada entre las poblaciones de Chone y San Vicente.

Bryan echa de menos la cancha donde jugaba al fútbol con sus amigos. “Ahora no tenemos adónde ir, ni qué hacer”, afirma al tiempo que observa atentamente a su pareja, Kimberly Naomi Farías, también de 17 años, con quien espera un bebé que nacerá en dos meses. Bryan y Kimberly son dos adolescentes quienes se convertirán en adultos y en padres en medio de un duro proceso de reconstrucción y resiliencia que apenas inicia.

Texto: Carolina Ravera / Fotos: David Lasso / Edición Digital: Santiago Peña

 

Más Destacados

Meeting the needs of Ecuador’s women and girls in the aftermath of three earthquakes